Introducción:
Desde siempre, en la cerámica artística, se han querido transferir imágenes ya impresas o textos a la arcilla cruda o bizcochada. El método más utilizado ha sido la serigrafía, que de hecho, da muy buenos resultados, a nivel industrial y artesanal. Pero también existen otros métodos artesanales, no utilizados por la industria, que permiten la transferencia de imágenes a la cerámica, con colorantes cerámicos, y que por lo tanto se constituyen en parte de la pieza cerámica.
Uno de estos procedimientos es la transferencia directa desde fotocopias. Esto significa que se trabaja a partir de una matriz que en este caso es una fotocopia, o copia láser. En el libro de Paul Scott, quien es un investigador de las impresiones sobre cerámica, encontré varias técnicas interesantes, y que como siempre, son aptas para ampliar y experimentar.
En la primera edición de su libro”Cerámica y técnicas de impresión”, versión en castellano editada por GG, en 1994, Scott, en el capítulo cuarto “Monoimpresión”,
habla de “monoimpresiones de fotocopias”. Aquí explica una técnica basada en la aplicación de la fotocopia con el tóner en polvo, es decir, retirada de la máquina fotocopiadora, antes que el tóner sea fijado por los rodillos calientes que justamente fijan la imagen al papel. Esta impresión en polvo es transferida a la arcilla húmeda, presionando con un rodillo o laminadora. La imagen negra quedará perfectamente pasada a la arcilla, pero al hornearla, según el tóner que tenga, quedará un sepia muy débil o directamente no quedará nada. Pero al pasar sobre el bizcocho una pátina de pigmentos bajo cubierta u óxidos, la imagen volverá a aparecer y si se quiere se puede esmaltar encima. Por mi experiencia con los alumnos, debo decir que no siempre sale bien, pero es factible de seguir experimentando.
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